LA METÁFORA DE ABRAZOS Y NO BALAZOS

La metáfora es más que una figura literaria, es sabiduría profunda que resguarda una enseñanza que puede ser revelada si se abre el corazón; para comprender el sentido que las palabras finitas no descubren por ser potencia contenida, justo por que resguarda el secreto del corazón, el camino de la energía trazado en la acción, el dinamismo en el que se inscribe. 

Es un sin lugar, es decir, no hay espacio y tiempo, es eterno presente; creador, el hombre. Una metáfora es sugerente porque en la infinitud de corazones esta la interpretación, la mirada y la observación trasciende creando realidades cual signo de distinción es lo que se alberga en la intimidad del pensamiento. 

La metáfora, da que pensar, abre inquietantes sentires y percepciones, provocando emociones inauditas, extrañas, inquietantes y extraordinaria; en un devenir siempre singular, nunca igual, jamás idéntico; toda vida es única, así es la metáfora. 

La vida nos depara experiencias viniendo a nuestro encuentro como destinadas a encontrarnos, como buscándonos; aun estando resguardados en el lugar más cálido, filial, amoroso; nos encuentra para bendecirnos, impactarnos o aniquilarnos.

¿Quién decide el encuentro con la experiencia?, ¿quién traza nuestro destino?, ¿desde dónde se traza?, ¿por qué? y ¿para qué?, ¿quién habla en nombre de la infancia y la juventud, de los ancianos, y las mujeres, los hombres y los pobres, los desvalidos y enfermos, los extranjeros y refugiados?... y así proseguiríamos de manera interminable. 

La encomienda es de Nosotros, un pronombre que sugiere unidad, un todo unificado, sin embargo, estamos separados, en extremos irreconciliables; sumergidos en los propios intereses, en lo individual, con la mirada dentro de la Caverna; con miedos e incertidumbres, dudas y desesperanza. La pendiente inclinada es difícil de escalar aun cuando se llegue a un lugar de descanso, el camino será inédito; con la intención de crear nuevas posibilidades y condiciones de vida.

La metáfora de ABRAZOS Y NO BALAZOS, devela la herida más profundamente vivida desde antes de nacer, durante la tierna edad de la infancia, desde el florecimiento de la primavera cuando las flores más hermosas son arrancadas, cortadas por su invaluable belleza. 

ABRAZOS Y NO BALAZOS descubre la herida que ha lesionado el cuerpo físico, mente y espíritu de hombres y mujeres en distintas edades y condiciones de vida; nos muestra que Nadie estuvo allí para cuidar de ellos, no existió acompañamiento alguno ante la experiencia que le impactó. No hubo palabras de consuelo, ni caricias con la ternura que se requiere para abrazar cuando se siente miedo e incertidumbre, duda y desesperanza; quedó en el vació, como esperando ser llenado de la energía serenísima nombrada amor; en su lugar prevalecieron los golpes, los improperios, el desamor, la injuria y la mentira, la violentación de los cuerpos, el aniquilamiento de la vida.

Sólo quien tiene empatía y se permite sentir, puede apreciar el dolor profundo que subyace en las vidas de quienes hoy en día son adultos descontrolados, cuya energía está extraviada, y en quienes no hay ningún sentido por la vida; seres vacíos, llenos de todo; menos de Amor. 

La metáfora de ABRAZOS Y NO BALAZOS es una propuesta viviente de regresar al acogimiento del corazón, de cuidar a nuestros niños y jóvenes, a asumir el paternaje y el maternaje con amplia responsabilidad, para cultivar la vida que nos fue donada en el sagrado útero por la semilla que nos fue plantada para cuidar de ella. 

La metáfora de ABRAZOS Y NO BALAZOS es el deseo de un corazón tierno por crear nuevas condiciones de vida para la infancia y la juventud, es la plegaria al universo de regresar al cuidado amoroso, de respeto y aprecio por todo niño, niña y joven en cualquier espacio y tiempo. 

La metáfora de ABRAZOS Y NO BALAZOS muestra que la empuñadura de un arma aniquila la vida, corta la existencia y los sueños; es la añoranza de acabar con la violentación hacia la vida. La claridad y transparencia de la metáfora sólo es posible si se observa y se escucha con el corazón, si hay conexión entre la razón y la corazonada, es el reconocimiento al respeto irrestricto por la vida.

La metáfora de ABRAZOS Y NO BALAZOS es el mensaje encriptado de reencontrarnos como humanos, sabedores de la importancia de crecer en un ambiente armónico, afectuoso, protector, en compañía que brinda confianza, es decir, confiamos nuestra vida en el Otro porque le sabemos respetuoso de la inocencia, de la pureza, de la mirada tierna esperando una palabra de consuelo, auténtica, genuina, de aliento; cargada de una energía que permite depositar la fe, la vida, todo lo que se es… con la certeza de que seremos respetados y libres. 

El compromiso de vida está en el microespacio, con mi prójimo que es mi próximo, allí donde todos nos conocen, donde nos necesitan, donde requerimos transformar mediante el pensamiento, palabra y acción.

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